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martes, 17 de enero de 2023

El sombrero del mago

 El circo era algo que aborrecía, no por el espectáculo en sí mismo sino por los animales. Ver a un león enjaulado cuando debería estar corriendo en libertad por la selva... eso la enfadaba. ¿Cómo podía la gente disfrutar de un espectáculo así? Él no era capaz.

No obstante trabajaba ahí, no había tenido elección. Sus padres habían desaparecido siendo niño, y se quedó al cuidado de su tía Mildred, que aborrecía a los niños, así que, a los doce años, se escapó de casa de aquella mujer para no volver. Dio la casualidad que en ese momento había un circo en la ciudad, y se metió en una de las casetas. Los faranduleros no se dieron cuenta de su presencia hasta el pueblo siguiente, que estaba a más de 150 km, así que no podían dar marcha atrás y la policía nunca se creería que ese niño se había subido solo a uno de los carros, así que se quedaron con él.

Michael aprendió, sobre todo, a hacer magia. Cuando era niño a sus padres les divertía muchísimo verle practicar juegos de cartas, pero Mildred solía gritarle cada vez que perdía el tiempo en ello. Nunca más volvió a hacer juegos de cartas, pero hacía otras cosas, como trucos con espejos y con personas, pero nunca con animales.

También tenía un objeto muy especial, algo que no le prestaba jamás a nadie, que siempre llevaba consigo y que solo se quitaba cuando lo utilizaba en sus espectáculos: un sombrero. Aquel accesorio era un recuerdo de su padre, pero estaba encantado, nadie sabía cómo o por qué, ni siquiera su nueva familia, pero el sombrero podía hacer cosas increíbles. Ese dichoso sombrero tanto tocaba música como hacía salir cosas, grandes o pequeñas, de su interior, y por eso cientos de personas estaban deseando echarle mano.

Michael no era tonto, sabía que había gente detrás de su secreto mejor guardado y que alguien de otro lugar, alguien que buscaba ese sombrero desde otro mundo, haría cualquier cosa por este. Sin embargo él era la única pista, no sabían siquiera como lo hacía, así que, la noche antes de que Michael Landon desapareciese para siempre, me hizo llegar una carta donde me explicaba qué era ese sombrero y me pedía que lo guardase.

Esa misma noche me escapé de casa, harta de las palizas de mi padre y la pasividad de mi madre, en busca del circo Calvari para sustituir a Michael y jugar con su sombrero hasta encontrar a un sucesor. Llevo años buscando, pero no encuentro nada, nadie es digno de su magia ni del misterio que rodea todo cuanto ocurre a su alrededor. Algún día también vendrán a buscarme, lo sé, pero mientras tanto seguiré guardando el sombrero del mago como si fuese lo más valioso de la tierra porque, de hecho, lo es.

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