Mis libros

Libros disponibles

 Como autora también tengo libros publicados. Me gustaría presentaros los que tengo disponibles. Los gastos de envio son responsabilidad del...

miércoles, 15 de febrero de 2023

El mensajero

 Estaba en un lugar blanco, totalmente blanco, tanto que apenas podía distinguir mis manos o al hombre que tenía delante. Tenía el pelo negro y desordenado, como si acabase de levantarse. Era pálido como un muerto, pero muy guapo, con la mandíbula cuadrada pero una simetría casi exacta, de ojos negros y profundos y nariz pequeña, sin barba y con la piel casi perfecta, como si fuese un muñeco de porcelana. Vestía de vaqueros y camisa negros, unas botas camperas del mismo color y un lobo de plata colgando de su cuello.

-Hola, ¿también estás atrapado?

-No.

Su voz era grave, pero encantadora, como si tuviese el timbre de barítono perfecto, como la de Dmitri Hvorotovsky cantando Fígaro. De hecho era la misma voz, pero cada voz es única e inimitable, así que eso era imposible.

-No lo es y tampoco estás soñando.

-¿Y dónde estoy?

-En un lugar tranquilo para ti. Algunos ven un campo, otros una cascada, ¿qué ves tú?

-Nada.

-Eso es imposible, todo el mundo ve algo.

-Te digo que no hay nada, está todo blanco, es como estar en medio de un silencio atronador.

Pero era relajante, tanto que me hubiese encantado quedarme a vivir ahí. Siempre me ha molestado el ruido o los sonidos repetitivos, hasta el punto de sufrir ataques de ansiedad cuando eso ocurría. Una vez incluso entré en una cámara anecóica. Durante cinco minutos estuve en completa paz, mi voz era absorbida y reducida a la nada por la formación de la cámara, no escuchaba nada, había sido algo perfecto, hasta que empecé a oír otra cosa: los latidos de mi corazón y mi sangre fluyendo por mis venas. Por eso tuve que salir, no soportaba oír el mismo zumbido y las pulsaciones una y otra vez. 

-Es relajante, ¿verdad? No hay nadie aquí que pueda perturbar tu calma. La gente es algo curioso, ¿no es así? Son molestos e irritantes, pero también necesarios.

-Me dices exactamente lo que quiero oír y eso no lo ha hecho nadie jamás.

-Puedo ayudarte a entender lo que está ocurriendo, pero vas a tener que confiar en mí.

¿Confiar en él? Acababa de conocerle y lo único que hacía era tratar de imitar todo cuanto me gustaba, darme todo cuanto quería y decirme lo que quería oír, y uno no debería confiar en la gente que se presenta de un modo tan sencillo porque nunca traman nada bueno.

-Normalmente tendrías razón, pero no esta vez. Dime, ¿qué estabas haciendo antes de venir aquí?

Apenas podía recordarlo, sentía mi cabeza muy ligera, me costaba hilar mis propios pensamientos, pero si me esforzaba... recordaba haberme ido a dormir, eso era todo. Pero era imposible, ¿cómo iba a llegar a ese lugar blanco sino? Alguien tenía que haberme llevado hasta allí...

-Y en cierta medida tienes razón, yo te traje aquí, más o menos.

-¿Me has secuestrado?

-¿Por qué iba a hacer eso?

En cierto sentido tenía razón. Me había pasado la vida entre trabajos mal pagados, sin familia, con depresión y graves problemas de autocontrol. No había un solo motivo para que alguien pensase siquiera que podía sacar algo de alguien si me raptaban. Eso en parte era bueno, pero ¿cómo había acabado allí?

-¿Y dónde estamos exactamente?

-Es difícil responder a eso pero, por así decirlo, estamos en otra realidad -debí de poner una cara de consternación digna de enmarcar, porque sonrió y siguió explicándose-. Esto no es el mundo que conoces, es otro lugar, y solo estás de paso.

-¿De paso a dónde?

-Ojalá pudiese responderte a eso, pero no lo sé, yo solo soy un mensajero.

-No comprendo.

-Laura, sufriste un infarto mientras dormías.

Fue como caer de un acantilado y estrellarse contra el mar revuelto. Eso tenía muchísimo sentido, estaba muerta, así que ese lugar pálido y tranquilo, ese lugar silencioso que siempre había añorado y necesitado, era como mi mente veía la muerte.

-No del todo, este lugar se adapta a lo que uno necesita. Mi aspecto ni siquiera es el que ves. Al entrar aquí todo se adapta, incluso yo. Por eso te dije que cada uno ve algo distinto. 

-Así que estoy muerta... ¿y a dónde iré ahora?

-Eso no depende de mí. Según lo que hayas buscado en tu vida, lo que hayas hecho con tu tiempo, te espera un lugar u otro.

-Apuesto por el infierno.

-Ese lugar no existe.

Lo miré realmente sorprendida. Cuando supe que estaba muerta empecé a pensar que estar tan sola solo podía ser porque había sido tan malvada y tan ruin que mi único destino era el sufrimiento eterno, es decir, el infierno, pero si ese lugar no existía, ¿a dónde iba a ir?

-Esa es la gran pregunta, ¿verdad? Pero no has sido tan malvada, si la vida fuese así de simple, si cada uno tuviese lo que se merece, no habría ladrones ricos ni pobres con buen corazón. 

-La vida no es justa.

-No te preocupes, pronto todo empezará a cambiar, no tardarás en ver tu salida.

Creí que estaba mintiendo, pero finalmente apareció un portal azul brillante que desprendía un olor delicioso. Era algo tan fantástico que solamente quería ir hacia allí.

-Buen viaje.

Le agradecí su ayuda con una sonrisa, avancé lentamente un paso tras otro, y cuando toqué el portal, abrí los ojos. No sabía siquiera que tenía los ojos cerrados, pero si estaba muerta, tenía sentido. Sin embargo el tacto bajo mi piel era algo real, podía sentir hierba, el olor a tierra y a flores... estaba en un jardín. Me levanté y miré a mi alrededor. No era un jardín, era un bosque, el más fantástico y mágico que puedas imaginarte.

-Bienvenida a Tír na nÓg.

No hay comentarios:

Publicar un comentario