Mis libros

Libros disponibles

 Como autora también tengo libros publicados. Me gustaría presentaros los que tengo disponibles. Los gastos de envio son responsabilidad del...

viernes, 3 de febrero de 2023

El portal oscuro

 James era el tipo de persona que todos queremos como amigo. Siempre estaba dispuesto a ayudar en lo que fuese, nunca te dejaba solo si tenías algún problema y, aunque no le gustaba ir de fiesta, siempre encontraba tiempo para compartirlo con sus amigos. Era amable, dulce, cariñoso y servicial, el tipo de persona que encuentra amigos hasta en los rincones más inhóspitos de la tierra. También era una persona curiosa, obsesionada con el ocultismo y los misterios, el tipo de persona que podría leerse cualquier libro de H.P. Lovecraft en una tarde y dormir como un tronco.

James y yo estudiábamos juntos en la universidad, yo había querido ser abogada desde pequeña, jugaba a serlo cuando tenía cuatro años, y él... bueno, digamos que su padre le eligió el futuro entero, sin posibilidad de discusión. James solía ir todos los días a la biblioteca, pero no porque necesitase o quisiese estudiar la carrera de empresariales que su padre había elegido, sino porque siempre encontraba libros raros y misteriosos. Todavía recuerdo el último que se llevó. No estaba registrado en la biblioteca, pese a que mantenían su base de datos siempre actualizada, era un libro muy viejo, de tapas de piel marrón y sin título, y las páginas tenían cosas muy extrañas dibujadas.

-¿Qué demonios es esto? -pregunté con curiosidad-. Ya estás buscando cosas raras otra vez.

-Esa es la mejor parte -respondió con franqueza-. No sé qué es, pero aparece algo raro, dice que se puede abrir un portal a otra dimensión.

-¿Y tú te lo crees?

-No lo sé, averigüémoslo. 

Tenía que ser una broma. James estaba pensando realmente en abrir el supuesto portal. Bueno, no tenía demasiado que perder. En el mejor de los casos nos divertiríamos, y en el peor, habríamos perdido toda una tarde y James estaría mosqueado una semana. Qué idiota fui al pensar eso. Si solo hubiésemos sabido lo que pasaría entonces, si me hubiese imaginado que esto ocurriría, jamás le habría dicho que sí.

Esa misma tarde James agarró sal, filipéndula, ciruelillo y un montón de hierbas y elementos que no supe identificar, los esparció imitando el dibujo de un rombo que describía el libro, y se alejó para pronunciar las palabras:

-Bebo Tabo en Tabe Gesa Baba loen.

Eso lo había oído antes, adoraba la serie Sobrenatural y estaba completamente segura de que eso había salido en un capítulo. No podía ser que algo tan simple funcionase, era imposible... pero lo hizo. En mitad del salón de la casa de James apareció un portal de color violeta que giraba sobre sí mismo a una velocidad de vértigo... pero que no expulsaba ni una sola brisa, solamente un olor extraño, como a azufre...

-James... esto no me gusta. Ciérralo.

-Vamos, no me digas que tienes miedo -y lo tenía, estaba aterrorizada-, está bien, exploraré yo solo.

Y antes siquiera de que pudiese decir una sola palabra, James se adentró en el portal. Me quedé mirando la espiral unos eternos segundos, pensando en una sola cosa: si James desaparecía y yo me quedaba atrás, si no volvía... puede que pudiese volver si le acompañaba. 

Reuní el poco valor que tenía y atravesé el portal. James estaba a unos metros de la espiral, con la boca abierta y mirando a aquel lugar. Estábamos en una especie de desierto, pero no uno de arena o hielo, sino lleno de vegetación muerta, con árboles secos que apenas sí se mantenían en pie, ni una sola casa en ninguna parte, y un cielo azul plomizo que se encontraba tan solo a un tono del gris más profundo. No había nubes, pero tampoco estrellas, sol o luna... y sin embargo se sentía como si estuviese a punto de ponerse a llover, con ese olor a polvo que flota en el aire justo antes de caer una tormenta.

-¿Dónde estamos?

-Yo iba a preguntarte lo mismo -respondí-. Oye, vámonos, este sitio... se supone que esto no debería existir.

Y, por primera vez en su vida, James aceptó escucharme y abandonamos aquel mundo. Que idiota fui al pensar que lo había convencido. No nos fuimos porque renunciase a aquel misterio, sino porque vio que estaba asustada.

Cuando volví a casa me fui a dormir con una sensación muy rara flotando en el aire, como si estuviese a punto de caer una tormenta, pese a que era verano y no se anunciaba ni una sola nube para las próximas dos semanas.

A la mañana siguiente bajé a desayunar y, como siempre, mis padres estaban viendo las noticias locales. Me esperaba lo típico... pero lo que la mujer pelirroja describió no se parecía a nada que hubiese visto. Por lo que relató, cinco personas aparentemente tranquilas, con vidas normales y sin antecedentes, mataron a sus familias y después se suicidaron. ¿Qué demonios estaba pasando? Esa respuesta no tardó en llegar, aunque hubiese preferido no saber nada. Mientras observaba las noticias, atónita, me llegó un mensaje de James.

"Tenemos un problema, creo que hemos dejado salir algo de ese mundo."

Estuve a punto de atragantarme con el zumo de naranja, pero mis padres lo achacaron a la extraña noticia que estaban viendo. Mis ojos bajaron hasta la pantalla de mi móvil, abrí la app de mensajería y respondí.

"¿Por qué lo dices?"

"He seguido leyendo el libro. Describe un tipo de monstruo que se cuela en la mente de la gente y anula su voluntad"

Tenía todo el maldito sentido del mundo. Esas personas que habían matado a sus familias eran gente normal, sin problemas graves, sin maldad real, y de la noche a la mañana, zas, veintidós personas muertas.

"Tiene sentido, ¿qué hacemos?"

No debí preguntar, porque lo que dijo sigue siendo un peso en mi conciencia después de más de diez años.

"Volver"

No iba a dejarle ir solo, así que fui a su casa, y descubrí que el portal seguía abierto. Pensé que lo había cerrado, ¿por qué estaba abierto si, técnicamente, solo tenía filipéndula para una oportunidad?

-¿Has comprado más hierbas?

-No, intenté cerrarlo anoche... pero no he sido capaz. ¿Vamos?

Volvimos a aquel mundo desértico, dispuestos a averiguar qué había ocurrido y cómo detenerlo, pero lo que nos encontramos... bueno, eso fue raro. Era un niño, no tendría ni cuatro años, con el cabello rubio y los ojos de un verde exageradamente claro, con un traje de marinero de color azul marino, pero sin zapatos. Observamos al niño durante unos segundos eternos, y él nos devolvió una mirada sin parpadear, sin mover ni un solo músculo. 

-Sois vosotros -dijo sin mover la boca y con un tono de voz metálico-. Vosotros habéis entrado aquí y habéis dejado escapar al destructor de mentes.

-¿Qué es el destructor de mentes? -pregunté.

-Es uno de mis hijos, uno de mis esbirros. Supongo que habéis venido para que lo traiga de vuelta y cierre el portal.

-¿Puedes hacerlo? -intervino James.

-Sí, pero tiene un precio. Uno de vosotros debe quedarse, elegid quién se queda.

El portal apareció ante nosotros, y lo observé con algo de duda, y después miré a James. Él me dedicó una sonrisa cálida como el sol, y entonces supe lo que iba a hacer. Intenté impedirlo, pero ese friki de los misterios era más fuerte de lo que yo pensaba, y me empujó fuera del portal. Lo último que vi antes de que se cerrase fue al niño sacándole el corazón a mi amigo y a él transformándose en un ser de humo negro.

...

-¿Y pretendes que me crea eso?

Miré a la señora con la bata blanca y el cabello recogido por un lápiz. Esa estúpida no tiene ni de lo que está hablando.

-Rose, estás aquí por intento de suicidio, delirios paranoides y esquizofrenia, eso no fue real.

-Se equivoca, mi mejor amigo se quedó en aquel mundo para salvarnos a todos, para salvarme.

-James Averich desapareció, pero no se fue a otro universo.

-Váyase al infierno. Si lograse recordar lo que utilizó para abrir el portal o dónde está el puñetero libro, habría ido a buscarlo.

-Suficiente por hoy, Rose.

Uno de los celadores me acompaña a mi habitación. Llevo cerca de seis años en este maldito psiquiátrico, he intentado hacerme pasar por "cuerda", decirles lo que querían oír, escaparme... pero no me dejan salir, o me descubren o me atrapan. Si sigo aquí dentro me volveré loca. Tengo que encontrarle, tengo que encontrar a James y reparar el error que cometí hace diez años, quedarme en su lugar u obligar al niño a que me transforme, tengo que decirle lo mucho que le quería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario