Mis libros

Libros disponibles

 Como autora también tengo libros publicados. Me gustaría presentaros los que tengo disponibles. Los gastos de envio son responsabilidad del...

lunes, 20 de febrero de 2023

Oculto

Acababa de oír un chiste, pero ni siquiera había estado prestando atención porque tenía el corazón roto. Sam, su mejor amigo, acababa de anunciarle que estaba saliendo con Lorie, su hermana. Todo habría estado bien si ella no hubiese estado enamorada de él en secreto desde hacía años. Quería salir corriendo, encerrarse en un lugar donde nadie pudiese encontrarla nunca, y llorar, pero sabía que Sam o Lorie, o quizá ambos, la seguiría hasta donde fuese que se escondiese para intentar consolarla. Por eso se quedó ahí, de pie, escuchando los estúpidos chistes de Michael y viendo a Lorie abrazar a Sam.

No era que quisiese salir con él, nunca aceptaría aun si él se lo pedía solamente porque no se le daba bien conectar con las personas y quería conservar los pocos amigos que tenía. Tampoco pretendía que acabase solo el resto de su vida, como suponía que terminaría ella, se trataba simplemente de que saber que él salía precisamente con su hermana le rompía el corazón.

-Entonces, ¿lo has pillado?

-Lo siento, no estaba escuchando, ¿me lo repites?

Michel la miró sabiendo perfectamente lo que estaba pensando, pero aun así repitió el chiste que le había contado su hermano aquella tarde, y a pesar de que sabía que no tenía demasiada gracia, ella empezó a reírse. Eso levantó sus sospechas porque Elisabeth nunca se reía de ese modo, con esa risa nerviosa y los ojos empapados... y al ver esas tímidas lágrimas que no llegaban a asomar, supo algo tan triste que estuvo a punto de marcharse de aquella ridícula fiesta y llevársela a donde fuese capaz de respirar. Lisa no se estaba riendo, de hecho estaba llorando.

Miró por un segundo a Lorie y Sam. Ninguno de los dos se había dado cuenta del peso que tenía ella en su corazón. Cuando volvió a mirar a Lisa, ella se limpiaba esas lágrimas tristes y le devolvió una sonrisa tan falsa como su alegría.

-Es muy bueno, ¿te lo ha contado Dean?

-Sí, y supe que teníais que oírlo.

Sabía que ni siquiera recordaría de qué iba ese chiste, que seguramente lo olvidaría para siempre, hasta enterrarlo en lo más profundo de su mente, junto a todas esas emociones que sentía en ese momento. 

-¿Sabes qué? Voy a llamarlo.

Michael sabía dos cosas sobre su hermano: la primera que era divertido, con una chispa inimitable, que incluso la más estúpida y absurda de las bromas sonaba divertida cuando era él quien la contaba. La segunda era que sentía algo por Lisa. No le hacía gracia la idea de utilizarle de ese modo, pero tampoco tenía muchas más alternativas, era eso o ver llorar a Lisa mientras fingía reírse.

Dean se presentó en la fiesta a la media hora, rodeó a Lisa por la cintura y ella cerró los ojos, y entonces Michael sonrió. No importaba la situación o quién, todo el mundo se sentía seguro junto a Dean, era fuerte, divertido y protector, pero quizá esa última no fuese una ventaja en ese momento, porque él miró a Sam y Lorie, sin soltar a Lisa, y Michel empezó a ver lo mucho que estaba tratando de frenarse para no partirle la cara a Sam.

-Oye, pequeña bruja -Lisa levantó una ceja mientras esbozaba una media sonrisa-, ¿qué te parece si nos vamos a otro sitio?

-Claro.

Mientras Lisa salía por la puerta de la casa de Sam, Dean miró a su hermano con preocupación, pero eso duró tanto como lo que le costó salir por la puerta. Entonces Michael se levantó, se acercó a la feliz pareja y Sam lo miró.

-Mike, ¿te pasa algo?

Estuvo a punto de contestarle que debía tener más cuidado, pero Sam parecía feliz del brazo de Lorie, así que optó por no decir nada. Sabía que a Lisa le costaría perdonarle por decir cosas sobre ella y ya lo había pasado bastante mal esa noche, mientras se reía fingiendo que no lloraba. 

-Nada, solo quería decirte que me voy.

-¿Y Lisa? -preguntó mirando a su alrededor-. Estaba aquí hace un minuto.

-Mi hermano y yo nos la llevamos al paintball.

-¿Y no nos invitas?

-¿Es que quieres irte? -preguntó mirando a Lorie, pero él no respondió-. Entonces no hay más que hablar. Hasta mañana.

Cuando salió a la calle, Dean rodeaba a Lisa por la cintura, y ella parecía más tranquila, cómoda y relajada.

-Lisa -miró a Michael-. Me importa un cuerno lo mucho que sigas defendiéndole, algún día voy a partirle la cara a Sam -abrió la boca para contestar, pero él siguió hablando-. Mientras tanto, los tres nos vamos a ir al paintball y vas a dispararle a todos los del otro equipo mientras yo me escondo detrás de un árbol y a Dean lo eliminan nada más salir de la cabaña.

-Oye -espetó él-, que eso solo pasó...

-Las últimas diez veces -terminó  Michael.

Y hubiese parecido imposible que algo tan sencillo lograse hacerla reír, pero así fue, porque Lisa emitió una carcajada dulce y alegre. Por roto que tuviese el corazón, las payasadas de Michael y Dean Morgan siempre la hacían reír. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario