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viernes, 5 de enero de 2024

Lluvia

-Cuando llegaste dijiste que habías cometido un error, ¿por qué no me cuentas a qué te referías?

Landon levantó la mirada, sus ojos estaban surcados de profundas ojeras negras, pues no dormía desde hacía seis días. Sí, había cometido un error que nunca podría perdonarse. Todavía podía recordar la sangre tibia en sus manos, su desesperación casi palpable, los frustrados intentos de tratar de parar la hemorragia y los gritos de auxilio mientras su mejor amiga moría ante sus ojos.

Pues claro que no podía dormir, ¿cómo iba a poder hacerlo si Claire había muerto por su culpa? No había sido él quien la había matado, pero era casi como si lo hubiese hecho. Cada vez que cerraba los ojos no podía evitar recordar la mirada desvanecida y vidriosa de Claire, el viento helado cortando la noche como un cuchillo, la lluvia frustrando sus casi inútiles esfuerzos por intentar darle unos segundos más, solo un poco más de tiempo, mientras alguien pedía ayuda.

Pero aquel lluvioso día de septiembre no pasaba nadie por la calle, tan solo Claire y Landon caminando bajo la lluvia. Claire siempre había sido una persona extraña, le gustaba el olor a polvo de la lluvia, los días nublados, las noches estrelladas y el frío, y también estaba profunda y perdidamente enamorada de Landon, y él lo sabía. No era que se aprovechase de ello, más bien lo contrario, la trataba con dulzura para no hacerle daño y, si por descuido lo hacía, nunca era a propósito. Landon no podía corresponderla porque la veía como a una hermana y Claire estaba bien con eso.

-Me fie de la persona que no debía -respondió finalmente al doctor.

Sí, podía decir eso, pero no había sido exactamente una persona, al menos no tal y como él lo veía. Aquel ser, aquella criatura de otro mundo, parecía humana, parecía un hombre de un metro setenta, con músculos firmes, una mandíbula cuadrada y sonrisa encantadora.

Claire y él habían salido a pasear, con un nuevo amigo, Marc. Era interesante, el tipo de persona que parece ocultar miles de secretos, con cientos de aficiones distintas, capaz de encajar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo, divertido y muy risueño, y a Landon le caía bien.

Decidieron ir a pasar el rato al bosque a buscar setas. Podría no parecerlo, pero Claire era hija de un ranger y Tom le había enseñado todo cuanto sabía sobre supervivencia, la llevaba a acampadas a las que no llevaba comida desde que tenía seis años, así que Claire sabía qué frutos del bosque eran comestibles y cuales podían matar a alguien, reconocía toda clase de hongos y sabía pescar y cazar, a fin de cuentas, se había criado haciéndolo. 

Claire llevaba toda la vida queriendo llevar a Landon de acampada al bosque, pues a ella le encantaban esas experiencias, la hacían sentir conectada al mundo, pero Landon odiaba el bosque profundamente. La única razón por la que había cedido aquel día fue Marc.

Se habían conocido en clase de piano, Marc era bastante diestro con el teclado y solía tocar de un modo impresionante, mientras que él estaba aprendiendo y le gustaba escucharle. El chico tenía un talento único para tocar, era impresionante. Decidió presentárselo a Claire, en parte porque sabía que le gustaría conocerle y en parte porque deseaba que pasase página y pudiese volver a cómo eran las cosas antes de que ella le dijese abiertamente "te quiero" y él la rechazase.

-Así que quieres ir de acampada -dijo Claire con cierta incredulidad-. Tú quieres ir de acampada.

-Sí, ya te lo he dicho.

-Está bien. Normalmente voy unos tres días más o menos. Creo que volveremos al día siguiente de salir, pero vale. Nos vemos el viernes por la tarde en el desfiladero.

No le convencía la idea, acampar no le gustaba porque sabía que el bosque de noche era peligroso, pero Claire era muy buena sobreviviendo, así que no les pasaría nada. Se repitió esas palabras en su mente toda la semana hasta el viernes, cuando se presentó en el desfiladero que llevaba al bosque con Marc.

-Creía que vendríamos solos -dijo mirando con cierta molestia al chico nuevo.

-Lo siento, olvidé decírtelo. Él es Marc. La idea ha sido suya, así que me parecía un poco descortés dejarle atrás.

-Vale.

Claire no estaba contenta con ello, pero accedió de todos modos porque él se lo había pedido. Era la primera vez que utilizaba sus sentimientos para convencerla de algo, y no se sentía bien con ello.

Caminaron durante largas horas hasta llegar a un claro en el bosque de abedules. El otoño había dejado una lluvia mortecina y el bosque olía a hongos, tierra y madera. Claire abrió los brazos y respiró profundamente. Estaba encantada con el lugar que había encontrado.

-Creía que Tom iba a venir -dijo Landon con cierta curiosidad.

-Imposible, lo desplegaron la semana pasada. Tardará al menos seis meses en volver a casa.

Sacaron las tiendas de campaña y las montaron entre los tres. No iban a poder hacer fuego debido a la lluvia, la madera estaría demasiado húmeda, pero afortunadamente Claire era previsora, y había llevado un camping gas y una tela impermeable para poder cubrirlo, así podrían cocinar sin problemas. No le gustaban los trabajos sencillos, hubiese preferido buscar una cueva y encender ella misma el fuego, pero a Landon le gustaba más bien poco la naturaleza y podría salir corriendo si se le ocurría meterle en una cueva.

-Bueno, busquemos algo de comer.

Pasaron las siguientes horas recogiendo setas y bayas hasta llenar una cesta suficiente para los tres, y cerca de las siete de la tarde, empezaron a comer el salteado que Claire había cocinado en el camping gas.

-Madre mía -dijo Marc-. Esto está delicioso.

-Nada sabe mejor que la comida recién encontrada.

Después de varias horas de risas Claire se fue a dormir y Landon no tardó en seguirla, sin saber que ese sería el mayor error de su vida.

Serían las tres de la mañana cuando escuchó un grito desgarrador que venía de la tienda de Claire. Por un segundo pensó que alguna alimaña habría entrado en la tienda y había sorprendido a su mejor amiga, aunque eso no explicaría por qué parecía tan... aterrorizada.

Salió de la tienda de campaña azul y se dirigió a la de ella, que tenía varios desgarrones en la tela, y lo que vio le dejó sin habla. Marc, el chico increíblemente increíble que tan bien le caía y que parecía perfecto para cualquiera, le había desgarrado el cuello a Claire con los dientes. Su piel perfecta parecía llena de escamas, estaba manchado de sangre y mostraba unos dientes más afilados que los de cualquier animal que hubiese visto.

-¡Claire!

Un segundo después de que aquella cosa que antes era Marc, desapareciese a toda velocidad entre la espesura del bosque, Landon corrió hacia Claire y apretó su cuello con las manos mientras la lluvia, la gravedad de la herida y el terror de Claire hacían que parar la hemorragia fuese imposible. Su amiga ni siquiera podía hablar, la herida era tan grave que no podía emitir ni una sola palabra.

-¡Landon!

Aquella voz había conseguido que abandonase su recuerdo del bosque y mirase de nuevo al doctor Pattel. ¿Cómo podía explicarle lo que había vivido? Nunca le creería, por eso lo estaban sometiendo a exámenes psiquiátricos.

-Disculpe.

-Te he preguntado qué crees que ocurrió en el bosque.

-Tranquilo Landon -la mano suave y helada de la muchacha terminó por devolverle a la realidad. 

Landon miró por la ventana con cierta preocupación, la lluvia no dejaba de caer, igual que aquella noche, igual que todas las veces que veía a Marc, solo que esta vez la lluvia no seguía a Marc, sino a ella, a Claire. La había visto morir, estaba seguro de ello, no lo había soñado, los desgarrones en la tienda y su ropa llena de sangre eran toda la prueba que necesitaba, pero a los pocos segundos de que su corazón se hubiese detenido, Claire se levantó como si nada, la herida de su cuello había desaparecido y no recordaba nada. La única diferencia entre antes y después de la acampada, estaba en la piel helada de Claire.

-Nada, debí soñarlo.

-Eso no es lo que quiero saber. No importa lo que nosotros creamos, importa lo que tú creas que pasó.

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